Centrar el bienestar en la educación
Es hora de hacer más humanos los espacios de aprendizaje.
“El bienestar ya era un gran problema en la educación. La pandemia de COVID lo convirtió en una crisis”, asegura Ing. Daniel Cwirenbaum, Presidente de Grupo(a)². Hoy, más que nunca, los estudiantes y educadores están estresados, ansiosos, abrumados y angustiados. Desafortunadamente, muchos de estos problemas ya existían antes del COVID-19. Sin embargo, el aislamiento social creado por la pandemia junto con la urgencia de adaptarse a nuevas formas de enseñanza y aprendizaje los han exacerbado a nuevos niveles de preocupación.
Numerosos estudios han informado niveles de angustia sin precedentes, así como disminuciones mensurables en el aprendizaje. A medida que se ha intensificado la urgencia de mejorar el bienestar en la educación, también se ha ampliando la perspectiva del trabajo en equipo: que el bienestar de los estudiantes y educadores no es simplemente un problema personal. También es sistémico, profundamente interconectado con la cultura de la escuela, así como con la de las familias y la comunidad en general. Y afrontar la crisis actual de bienestar en la educación exige abordarla en los tres niveles. Por ello, Daniel Cwirenbaum asevera que las dimensiones de lo que impacta en nuestro bienestar está intrínsecamente conectada a nuestras relaciones, comunidades y entornos que nos rodean. En otras palabras, nuestras sociedades colectivas deben estar bien para que prospere el bienestar individual de las personas.
En contraste con el bienestar, se encuentran las condición que existe actualmente en muchas escuelas. Esa realidad conlleva altos costos, que afectan directamente los resultados de una escuela. La falta de bienestar de los estudiantes, por ejemplo, está relacionada con las bajas tasas de rendimiento, retención y graduación, que afectan directamente la financiación. Mientras tanto, el agotamiento de los docentes da como resultado ausentismo, aumento de los costos de atención médica y altas tasas de rotación. La conclusión es que el bienestar tiene un impacto profundo en la eficacia del alumno y del maestro.
Por ello, dadas las circunstancias de la actualidad, Grupo(a)² apunta a nuevas oportunidades para reexaminar las experiencias de enseñanza y aprendizaje con el objetivo de posicionar el bienestar en el centro mismo de la educación. Esto requiere cambios en paradigmas, pedagogías, objetivos, habilidades y estructuras organizativas para responder a las fuerzas, valores y expectativas cambiantes de hoy que ponen un nuevo énfasis en hacer que la educación esté más centrada en el ser humano. Un ejemplo de ello acá en Argentina es el Colegio Esseri, el cual sus aulas fueron equipadas con mobiliario de Grupo(a)² (ver proyecto Esseri)
También se está reevaluando activamente el impacto y el valor de los espacios físicos en la educación. ¿Cómo pueden los entornos de aprendizaje desempeñar un papel más activo en la promoción del bienestar con éxito?
«Hay mucho espacio para la innovación y el crecimiento«, dice Daniel Cwirenbaum. “A medida que las escuelas están reconsiderando cómo será la enseñanza y el aprendizaje en el futuro, este puede ser un momento para centrar el bienestar de una manera que nunca antes se había hecho. Sí, puede parecer increíblemente complejo porque, después de todo, estamos abordando lo que realmente significa nutrir y sostener el desarrollo de seres humanos sanos y plenos. Pero tiene que suceder. Y se puede hacer. Todo el mundo tiene capacidad para hacer algo, e incluso los pequeños cambios pueden marcar una gran diferencia«.